Ayer encontré mi piso por fin, y entonces estaba más tranquilo. Cuando me levanté a las 10, me dio cuenta de que todavía no sabía cuándo empieza la universidad. Por eso, envié un correos electrónicos a la señora que estaba a cargo de los alumnos internacionales, y me dijo que tenía que ir a la escuela para arreglar los documentos sobre mi estancia o tendría que volver a Taiwán. Cuando lo vi, me asustó muchísimo. Fui inmediatamente a la universidad, y sube a la escalera del otro edificio y noté que había un montón de personas que ya habían estado esperando mucho tiempo. Me puse muy nervioso y temí que no podía continuar el estudio aquí. Después de esperar más de una hora, era mi turno para matricularme. Rellené los documentos y nos explicó la regla y el calendario de la universidad. De repente, me acordé que no había arreglado las cosas de mi estancia y le pregunté sin duda. Me contestó que no estaba a cargo de esas cosas y me dio un mapa y señaló el edificio donde tenía que ir. Despedí a los amigos que conocía por entonces y corría rápido al edifico que estaba a 2 kilómetros del edificio de la escuela superior. Tardó casi quince minutos y finalmente llegué. Subí sin pensar nada a la quinta planta a ver a Arancha Rauder. Me preguntó unos cuestiones y se me reservó una cita a tener la tarjeta de estancia. Eran en el 11 de agosto y en el 24 de agosto. Por fin, ya ha acabado la camina de hoy y estaba cansado. Me fui a casa inmediatamente. Sin embargo, cuando llegué a la puerta. Me dio cuenta de que en la nevera no tenía nada para comer y beber. Entonces, tenía que ir al supermercado más cercano para hacer la compra. Después de media hora, llené el cesto con las cositas que necesitaba yo. Cogí tres bolsas, trayendo mi mochila llenada.
Descansé un poquito y me sentía mucha hambre. Empecé a preparar mi cena, es decir, mi primera comida por manos. Cogí la pechuga de pollo que había comprado en el mercado, y puse en el sartén lleno de agua para quitar el hielo en el superficie del pollo. Pero no he cocinado ninguna vez y no sabía que tuviera que cortarlo y ponerlo en el sartén cuando estaría hirviendo. De repente, el sartén había muchas burbujas y a punto de salir del sartén. Me aterroricé y llamé a mis amigos. Me dijeron que era situación muy normal, solo tenías que pagar el fuego un poco y luego encenderlo. Después de esperar un rato, cogí el pollo y querría empezar a comer. Pero la pechuga parecía muy rara, y la corté. Noté que aun estaba ruda por no haber cortado la pechuga en pedazos y era espesa. Luego la corté y puse en el sartén. Por fin, logré cocinar un plato y me gustó muchísimo.